Gisèle d'Ailly van Waterschoot van der Gracht
Sí… No me he inventado el título. Detrás de ese nombre con apellidos compuestos de familia holandesa hay una bonita historia que hoy te quiero compartir.
Esta es Gisèle, a sus 100 años de edad en su estudio. Yo me enteré de su existencia, si no recuerdo mal, en 2017, pero esta historia es especialmente relevante para mí por un pequeño detalle que ocurrió años antes.
Esta imagen:
No sé dónde la encontré. Seguramente en Tumblr (aquí mi cuenta donde recopilo y cuento historias a través de imágenes desde 2011).
Lo que sí recuerdo es que cuando la vi sentí (y lo sigo sintiendo) que esa casa era (es) mía. La miro y me siento en casa. Es como si hubiera estado allí y fuera mi casa. No sé explicar el por qué ni el cómo, simplemente la miro y lo siento.
Sin tener más información de esta fotografía, y sin tampoco intención de buscarla; ya que pensé que sería una casa cualquiera de alguien sin más; me la guardé en una carpeta con fotos de inspiración que siempre tengo en el escritorio de todos los ordenadores.
Cuando me mudé a Barcelona en enero de 2016, imprimí esa foto junto con otras cuantas para pegarlas en la pared de mi nuevo cuarto. (Hoy la sigo teniendo en mi cuarto de Madrid).
Y no sé cómo, en 2017 me encontré por casualidad con este artículo; en el que me reencontré de nuevo esa foto que yo tenía colgada en mi cuarto y que siento como mía.
A través del artículo descubrí que no era una casa cualquiera, era el estudio de la artista centenaria Gisèle d'Ailly van Waterschoot van der Gracht.
Nacida en 1912, Gisèle se mudó con su madre y su padre, un geólogo de Royal Dutch Shell, a los Estados Unidos. Regresaron en 1929 y se establecieron en el castillo de la familia en Austria durante algún tiempo y vivieron una vida noble.
Estudió en Paris École des Beaux d'Arts, pero un año después de sus estudios, se le acabó el dinero. La crisis económica golpeó a Europa y obligó a la familia a regresar a los Países Bajos, donde poco antes de la Segunda Guerra Mundial terminaron en Bergen.
Fue aquí donde realmente despegó la vida de Gisèle. El pueblo costero de Bergen era el centro del mundo del arte holandés en ese momento. Allí se mudaron poetas, pintores y escritores. A Gisèle le presentaron a Adriaan Roland Holst, un famoso poeta y escritor. Se hicieron buenos amigos y, cuando Gisèle decidió dejar el saturado arte de Bergen por Ámsterdam, él la ayudó a encontrar un apartamento en la capital. Alquiló un acogedor apartamento en el tercer piso en Herengracht. Este era el lugar con el que había soñado a menudo; era el canal en el que su abuelo solía vivir y trabajar.
Pero empezaba la guerra: los soldados alemanes marchaban por las calles, los artistas tenían que registrarse en el Kulturkammer - Gisèle se negó a inscribirse - los hombres se vieron obligados a trabajar en campos de trabajo y muchos judíos de Ámsterdam eran trasladados a campos de exterminio nazis.
Fue a principios de la década de 1940 cuando Gisèle conoció a Wolfgang Frommel; escritor alemán, ferviente humanista y crítico abierto del partido nazi. Frommel trabajaba en una escuela donde se ocupaba de adolescentes judíos, que también habían huido de Alemania. Ahora, con los Países Bajos bajo ocupación, necesitaba una casa segura para sus protegidos. Le preguntó a Gisèle si estaba dispuesta a proporcionar refugio, y ella estuvo de acuerdo sin dudarlo.
Claus Bock, de quince años, y Buri Wongtschowski, de dieciocho, se mudaron y se quedaron en el apartamento del tercer piso hasta el final de la guerra. Frommel también se quedó en el lugar de forma permanente, otras personas encontraron refugio temporalmente en el escondite que denominaron “Castrum Peregrini” (Fortaleza de los Peregrinos).
Gisèle ganó dinero con la pintura por encargo. Una tarea peligrosa, dado que no se había inscrito en el Kulturkammer, y oficialmente no estaba autorizada para trabajar como artista.
Los miembros del grupo sobrevivieron a la guerra mientras estudiaban de forma encubierta arte y literatura. Después del final de la Segunda Guerra Mundial, van Waterschoot compró el edificio de apartamentos para convertirlo en una sola casa donde vivió y trabajó de forma intermitente durante el resto de su vida.
Dejando atrás los años convulsos, en 1959, Gisèle se casó con Arnold Jan d'Ailly, quien renunció unos años antes como alcalde de Amsterdam debido a su relación extramarital con ella.
Se mudaron a un a un santuario de estilo griego en Paros abandonado por los monjes que una vez vivieron allí.
Ambos reconstruyeron el monasterio en ruinas y ella siguió pintando en el estudio que estableció en el primer piso. Pasaron los días entre cenas tardías cocinadas por sus vecinos y amigos griegos, baños en el mar, recogiendo conchas de la playa, y con visitas de amigos de los Países Bajos, Alemania, Austria, Reino Unido y América.
Arnold fallece ocho años después y Gisèle decide volver a su estudio de Ámsterdam frente al canal Herengracht. Allí pasa el resto de su vida.
Gisèle d'Ailly van Waterschoot van der Gracht falleció en mayo de 2013 a la edad de 100 años en su propio estudio. Con ella nace el centro cultural Castrum Peregrini, que mantiene vivo su espíritu.
Puedes encontrar más detalles y fotos en este artículo.
Si te ha gustado, compártelo. You know, sharing is caring ;)
Si quieres recibir las siguientes publicaciones en tu bandeja de entrada, puedes suscribirte.
Que artículo tan bonito , ver algo que no tendría que ser más que una foto que te puede llamar la atención pero descubrir el porqué es fantástico. Si que es verdad que todo tiene su propia energía y esa casa es un tesoro , te devuelve la fe en la humanidad , cuanto se tuvo que vivir allí
Muchas gracias Laura
Ay, Laura… Que historia tan preciosa… ¡me ha encantado leerla! Mil gracias por compartirla con nosotros.
Es fascinante ver cómo estamos profundamente conectados unos con otros en esta vida. Sin duda este artículo me despierta muchas reflexiones y de muy diferente índole, y he de confesar, que es algo que me encanta.
¡Muchas gracias de nuevo!
Un abrazo!